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| Posted on Wednesday, July 20, 2005 - 5:40 pm: |
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Honorable Mention And the birds will continue singing Silvia Brandon-Perez Some tell me I should not include personal details in my verse, that the universal quality is lost, that tomorrow no one will understand about the taste of black beans or the avocado salad that brings the memory of my country to my tongue. Some protest if I speak of the sexual abuse suffered as a child or the daily abuses as a new immigrant, spittings, curse words, and some are bothered by my conversation about my old car, with its dents and its smell of cat piss, impossible to remove no matter how it's washed, but I am not thinking of tomorrow, or of universality or other aromatic herbs, when I write from the room at the top of a mountain in Pennsylvania, and I look at the snow which keeps on falling, the temperature which keeps on dropping, I am a photographer of now, I photograph the wrinkles that I find mornings on my cheeks, the rebel gray strands that fight comb and brush, am fascinated by the slow walk of a small ant which crosses the eaves and attempts to enter through the small window, like a soldier at the vanguard of battle for that crumb of old bread, that bit of sugar left on the table after breakfast, I am hours absorbed in the contemplation of the courting of small red birds on the birch trees, in springtime, when shoots of flowers come, sleepy blooms peeking out as if it were nothing, in the end, as told by Li Po, Basho, Sappho and Juan Ramón Jiménez, when I go away, the birds will continue singing. Note: The title is from a poem by Spanish nobel laureate, Juan Ramón Jiménez, called "El viaje definitivo." ================================== Hay quien me dice que no incluya esos detalles personales en mis versos, que la universalidad se pierde, que en el mañana nadie entenderá lo del sabor de los frijoles negros o la ensalada de aguacate que me trae el recuerdo de mi patria aquí a la lengua. Hay quienes protestan si hablo del abuso sexual sufrido cuando niña, o los abusos diarios de emigrante nueva, los escupitajos, las palabras feas, y hay otros a quienes molesta mi conversación sobre mi auto viejo, con sus abolladuras y su olor a orín de gato, imposible de remover por mucho que se lave, pero yo no ando pensando en el mañana, en la universalidad o en otras hierbas aromáticas, cuando escribo desde el cuarto en las alturas de una montaña en Pensilvania, y contemplo la nieve que sigue cayendo, la temperatura que sigue bajando, soy fotógrafo de ahora, retrato las arrugas que me encuentro en las mañanas sobre las mejillas, las canas rebeldes que pelean con peine y cepillo, me fascina la lenta caminata de una hormiguita que cruza los aleros e intenta introducirse en la ventana chica, como soldado que lleva delantera en la batalla por la migaja de pan viejo, el terrón de azúcar que quedó sobre la mesa después del desayuno, me quedo absorta horas contemplando el cortejo de los pajarillos rojos sobre los abedules, en primavera, cuando salen los retoños de las flores, asomando sus brotes soñolientos como quien no quiere nada, al final, ya lo dijeron Li Po, Basho, la Safo y Juan Ramón Jiménez, cuando yo me vaya, seguirán los pájaros cantando
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